El hombre negro al interior del KKK

Las historias de la vida real históricamente han sido suelo fértil para que cineastas planten semillas que pueden crecer hasta convertirse en grandes trabajos que se exhiben en festivales de cine (que creo que en esta metáfora serían equivalentes a ferias agrícolas). Pero incluso cuando esa unión entre la ficción y la realidad es larga y está bien documentada, no siempre funciona. Esto es porque no todos los relatos verdaderos son creados iguales y muchas veces ideas que suenan muy buenas para películas resultan ser tan entretenidas como una feria agrícola.

BlacKkKlansman es, afortunadamente, el contrario de ese fenómeno. Aquí tenemos una historia que es casi demasiado buena para la película basada en ella. Es un trabajo de Spike Lee, célebre director de películas famosas como She’s Gotta Have It y famosamente malas como el remake de Oldboy, y su trama es fascinante. Se trata de Ron, un joven policía afroamericano que decide empezar una arriesgada operación para infiltrarse en el Ku Klux Klan.

 Esa es una gran idea para una película. Es llamativa, relevante y está llena de potencial. Se ambienta en los años setenta, así que también podemos divertirnos con ropa y música de la época y hay muchos temas para explorar, como la opresión de las minorías, el peligro que representan los grupos de odio y muchas cosas más.

Lo que más disfruté fue la actuación de John David Washington, que es una revelación como Ron Stallworth. Es el primer policía negro de su ciudad y busca combatir el racismo en el sistema desde adentro. Creo que pude haber visto una película entera sobre su vida, pero la cinta se enfoca más en su infiltración al clan, que siempre funciona porque Washington hace que nuestro protagonista sea agradable y entrañable desde el principio.

Se podría decir que aprecié mucho cómo la película adapta la historia de la vida real y quisiera que se hubiera relegado a hacer eso, pero Spike Lee también insiste en hacer muchas cosas raras que no siempre funcionaron.

Aparte de nuestra trama principal, hay varias secuencias que buscan poner la historia dentro de un contexto más grande. Una al final trata de conectar los sucesos de la cinta con la actualidad, lo que me parece muy razonable, pero también hay una extraña introducción en la que Alec Baldwin dice cosas racistas en blanco y negro durante lo que se siente como varios minutos y creo que pude haber vivido sin eso.

Aunque si sacas algo de esta crítica espero que no sea que BlacKkKlansman no vale tu tiempo, porque definitivamente lo vale. Solo las dos actuaciones principales se merecen todos los halagos del mundo. Junto a Washington está Adam Driver, que interpreta al policía que se encuentra personalmente con el Ku Klux Klan en lugar de Ron, que no puede verlos frente a frente por obvias razones. Driver es uno de los mejores actores de su generación y aquí se supera a sí mismo como un agente más experimentado que tiene que jugar el papel de racista frente a un grupo de racistas de verdad. Es junto a este personaje que vivimos algunas de las escenas más tensas del filme, donde tememos por su vida cuando parece que podría ser descubierto.

Por otro lado, esas dos actuaciones son tan buenas que hacen quedar mal al resto del elenco. Topher Grace simplemente no está a la altura en su interpretación de David Duke, líder del clan. Se supone que Duke es el gran antagonista del filme, es la cara del racismo en Estados Unidos, pero Grace lo interpreta como si fuera una persona aburrida en una fiesta. No me creo que ese tipo podría liderar nada. El resto del elenco no es tan malo, pero es claro que algunas personas están tomándoselo más en serio que otras. Algunos de los miembros del KKK son complejos y convincentes mientras que otros son completas caricaturas que solo podrían ser más racistas si tuvieran una esvástica tatuada en la frente.

Pero todas esas son molestias pequeñas en lo que es probablemente una de las mejores cintas que he visto recientemente. El hecho de que aparte de ser buena sea relevante habla muy bien de la película y muy mal de nuestra sociedad.

Carlos Jijón